Hubo numerosas las causas para la llegada de los inmigrantes a Argentina, que la convirtió en un país receptor neto de flujos migratorios desde fines del siglo XIX hasta mediados de 1950. Hoy todo se revirtió y son nuestros hijos los que buscan su futuro lejos del país.
Hace más de un siglo, los europeos querían venir a la Argentina, corridos por diferentes motivos como lo fueron las guerras mundiales, los económicos y ligados también a procesos de evolución en la economía europea, que afectaron directamente a los italianos y los motivaron a emigrar.
Entre 1880 y 1910, llegaron a la Argentina varios millones de inmigrantes. Hace 100 años, tres de cada diez personas que vivían en Argentina habían llegado de otros países. Como la mayoría de los inmigrantes venían del sur de Europa, hablaban en idiomas diferentes y no conocían el castellano.
Argentina y el Brasil adoptaron, a partir de los años ochenta del siglo XIX, políticas gubernativas e incentivos dirigidos a atraer trabajadores europeos para el desarrollo de sectores enteros de su economía. Durante los últimos veinte años del siglo, los dos países latinoamericanos, lograron absorber más de un quinto de toda la corriente migratoria europea.
Hoy todo cambió
Este viaje con el sueño de progreso de esos años, ya es solo un recuerdo y esa Argentina prometedora para muchos extranjeros, quedó muy lejos en la historia y todo se revirtió.
Hoy son nuestros hijos, los que se están yendo y cada día son más los que miran a Ezeiza como la única alternativa de vida.
Los jóvenes ven a sus padres y abuelos que tanto lucharon trabajando toda la vida, para que su presente no sea el que siempre soñaron y su futuro, sea lo más incierto que jamás hayan imaginado.
La inestabilidad económica, una moneda que no existe ni para países limítrofes como el Uruguay, una inflación galopante que por más que digan que es especulativa y culpa de algunos sectores, nos sigue devorando los sueldos, las posibilidades, los sueños.
¿Qué país le dejamos a nuestros hijos? ¿Qué posibilidades de progreso y ahorro tienen? ¿Qué seguridad tienen, no solo económica, sino también en salud, educación y ante el crecimiento de una delincuencia cada vez más salvaje?
¿Cómo podemos pretender que tengan fe y apuesten a su país, si cada día quienes tienen la misión de conducir nuestros destinos, solo miran como sostenerse o llegar al poder?
La ambición sin límites. Los discursos que solo prometen. Los puestos creados para amigos y familiares. Los sueldos, dietas y jubilaciones de privilegio, son causas alarmantes para que el descreimiento siga creciendo.
Los inmigrantes de fines del siglo XIX y principios del XX, quedaron muy lejos y hoy son nuestros hijos, lo que emigran buscando seguridad, progreso, futuro.
Hoy son nuestras familias las que se disgregan, culpa de la ineficacia de gobiernos incapaces, ambiciosos o dictatoriales.
Todos queremos que nuestros hijos triunfen en la vida y por nuestro egoísmo, no podemos pretender que no partan para lograr sus sueños, pero nos duele y nos llena de angustia el solo pensar que se irán tan lejos y de que nadie hace nada por mejorar esta situación.
Talvez mañana sea usted quien viva esta situación y si no es mañana, será pasado, pero lamentablemente esto llegará sin lugar a dudas.
Quiera Dios, que quienes se fueron y los que están por ir, logren cumplir sus metas, pero también que algún día, esto se revierta y las familias vuelvan a unirse.
Seguramente será muy difícil, pero en algún momento, puede surgir alguien con la capacidad, la voluntad, la fuerza y la honestidad para llevar a nuestro país, nuevamente al camino del progreso y que nuestra querida Argentina, sea nuevamente lo que fue.
Pablo Bianchi -DNI 12284698