¿Qué esperamos de la salud pública? ¿Qué nivel educativo
esperamos que reciban nuestros hijos? ¿Que tipo de servicio de seguridad
deseamos? Los hospitales, escuelas, comisarias, patrulleros, ambulancias, etc.
¿Están en condiciones para cubrir el servicio que esperamos? El personal del
servicio de Salud, el docente, el de seguridad… ¿tienen un sueldo digno que
esté acorde a la importancia de su trabajo? ¿El Estado, tiene un plan?
Si como ciudadanos somos capaces de contestar estas
preguntas tendremos mas clarificado el panorama de cuan bien representan
nuestros anhelos quienes gobiernan y tienen la tarea de cubrir esta demanda
básica de servicios.
Si, básica. No existe algo mas primario que estas tres
responsabilidades del Estado. Una comunidad, cualquiera sea su localización,
necesita resolver estas tres variables para poder progresar de manera sólida en
los demás campos de la sociedad.
Los tres servicios le dan a la población un estándar de
vida. Del nivel que tengan dependerá el nivel
mínimo de calidad de vida de una sociedad. Porque mas allá de los ingresos
de cada persona, los servicios públicos tienen esa particularidad, la de
garantizar un piso para todos sin distinciones. A partir de allí, la persona
podrá acceder a una mejor universidad, a mejores clínicas o inclusive a
herramientas o estrategias que le generen mayor seguridad para mas protección suya
y de sus seres queridos, aun cuando en este caso el Estado tiene el monopolio
del servicio.
Pero ese piso estará determinado claramente por el trabajo
de quienes gobiernan. Cuanto verdaderamente les interesa a quienes tienen que
decidir, una mejor calidad educativa, contribuyendo de manera sistemática a la
formación docente, destinando mas recursos a mejorar las escuelas, su correcto
mantenimiento y los sueldos del personal docente y no docente. Incorporar
nuevas herramientas para el aprendizaje, nuevas tecnologías que los chicos y
chicas ya utilizan en lo cotidiano.
No hay posibilidad que el personal de un hospital, por bueno que sea, logre resolver los problemas de una comunidad, si no tiene las condiciones adecuadas para desenvolverse. Hospitales centenarios que solo han recibido remodelaciones menores y a rigor de verdad en la mayoría de las oportunidades con el esfuerzo de los grupos de apoyo como una cooperadora, pero que lejos está de acompañar el crecimiento de las ciudades y sus necesidades.
Párrafo aparte para el “sueldo” que reciben médicos y enfermeras. Existe una desproporción atroz entre lo que cobran y las exigencias que tienen. Ni siquiera en esta situación extrema de pandemia, obtuvieron un reconocimiento que vaya mas allá de discursos y “bonos” circunstanciales.
Como decíamos anteriormente, la seguridad es monopolio del Estado. No hay ninguna chance que haya una comisaria privada, como si puede haber una clínica o una escuela.
¿Que tan bien cubiertas de seguridad están las ciudades? ¿Cuantos patrulleros hay y cuanto combustible se les da para que puedan ser utilizados? ¿Cuántos efectivos hay por cada guardia, cuanto cobran y cuanto se destina para que se alimenten? ¿las comisarias están en condiciones?
Seguramente si tiene algún policía conocido y lo consulta, le responderá a todas estas preguntas de manera negativa. Personal que cobra mal, pocos patrulleros que estén en buenas condiciones, el combustible en su mayor parte lo aporta la propia población a través de sus empresas o de manera individual y las comisarías son reparadas y mantenidas (casi siempre) con el empuje de los grupos de amigos de la policía.
Estas cuestiones que suceden en los tres servicios básicos
del Estado, no son normales. Al menos para una sociedad que quiera vivir mejor.
Muchos años de un NO PLAN (por no llamarlo improvisación)
donde se tomaron muchas decisiones carentes de sentido de prioridad, nos ponen
en un presente oscuro.
Echarle culpas a la pandemia solo nos hunde mas, porque, no
hacer un buen análisis de las dificultades nos sigue alejando de poder discutir
las soluciones reales y sustentables.