Si las elecciones de 2023 fuesen hoy, el desdoblamiento beneficiaría, por distintos motivos, al Frente de Todos y a Juntos por Entre Ríos. Los dos frentes mayoritarios resultarían menos perjudicados al separarse del escenario nacional, que registra un derrumbe del peronismo y un crecimiento de Milei en detrimento del voto cambiemita. Pero, naturalmente, las cosas pueden cambiar.
Es una especulación que muchos hacen por estos días, aunque suene a ciencia ficción, si se toma en cuenta que la definición de la fecha para las elecciones en Entre Ríos se tomará recién dentro de siete meses. El gobernador Gustavo Bordet tiene tiempo hasta fines de diciembre para resolver si convoca a elecciones provinciales separadas de las nacionales de 2023.
Siete meses es una eternidad en Argentina y en especial en la Argentina de estos días, signada por la incertidumbre sobre el futuro político y económico inmediato. Pero la campaña en Entre Ríos ya está en marcha, porque la mayoría supone que Bordet desdoblará las elecciones y el próximo gobernador entrerriano se estará eligiendo en junio de 2023, junto con los intendentes, legisladores provinciales y concejales.
Todos suponen eso, porque eso es lo que harían todos en el lugar de Bordet: lo que más les convenga electoralmente. Históricamente ha sido así. Cuando las cosas van bien, llevar en la boleta al candidato de un gobierno nacional exitoso suma para la elección provincial. No es hoy el caso de Alberto Fernández.
Esa es la evaluación básica que todo el mundo hace. Pero la realidad siempre es más compleja. Por caso: en 2019, Cambiemos de Entre Ríos no quería saber nada con una elección simultánea que lo obligara a llevar al presidente Mauricio Macri en la boleta. El gobierno nacional había entrado en crisis en abril de 2018 y para el año electoral tenía todos los indicadores económicos en contra. Sin embargo, Cambiemos pierde la elección provincial de junio por 22 puntos y en octubre gana la nacional en Entre Ríos. Hay una suma de factores (que no son motivo de esta nota) y que en buena medida explicarían ese fenómeno (en especial la escasa movilización del peronismo para octubre), pero la referencia al pasado reciente sirve para ejemplificar que las planificaciones nunca deben perder de vista la complejidad de las cosas.
Reducción de daños
Se dice que si Bordet desdobla será porque evaluó que le conviene al peronismo. Reduciría daños desdoblando los comicios porque podría provincializar la pelea electoral, al marcar algo de distancia del escenario nacional. Bordet buscaría plebiscitar su gestión, comparativamente mejor que la de Fernández.
También se ha repetido que JxC preferiría, por lo antes dicho, la simultaneidad electoral. En tal caso, el debate de campaña giraría en torno a los problemas nacionales, antes que los provinciales.
Sin embargo, hay un factor nuevo que altera la lógica de ese razonamiento. Y es la irrupción de Javier Milei como una figura en ascenso, que amenaza con convertir la polarización en un escenario electoral de tercios. Y lo hace restando mayoritariamente votos a JxC.
Pero para que eso pase, Milei tiene que estar en la boleta. Si se desdobla, su cabellera sin peinar no se verá en los cuartos oscuros donde se elegirá al próximo gobernador entrerriano. En esta lógica, desdoblar es para JxC reducir al mínimo el daño del efecto Milei. El líder libertario carece de referentes de peso en la provincia, en condiciones de traccionar votos propios.
En todo caso, JxC podrá preguntarse qué le conviene más: que el FdT de Entre Ríos se vea perjudicado por cargar con Fernández, o quien sea el candidato, en la boleta (simultaneidad); o que Milei no le esté quitando votos en el cuarto oscuro (desdoblamiento). Las mismas preguntas se hará Bordet al momento de definir.
Las cosas pueden cambiar mucho en siete meses, cuando Bordet decida si convoca o no a elecciones provinciales separadas de las nacionales.
Qué pasaría si el gobierno nacional se recompone, de algún modo salda su pelea interna y logra contener la inflación y generar expectativas a futuro, sobre la base de una recuperación económica que ya existe. Hoy parece imposible, sobre todo después de la ratificación por parte del FMI de que no se flexibilizará el ajuste fiscal y monetario; que se viene un fuerte aumento de tarifas, suba de tasa de interés, aceleración de la devaluación. Todo lo contrario a lo que quiere el kirchnerismo. Pero en política no hay imposibles y la escena tan incierta de estos días da lugar a suponer que cualquier cosa puede pasar.
Si ocurre el milagro de una recuperación del gobierno nacional, el fenómeno Milei como expresión del malestar social debería declinar, sobre todo de cara a una elección presidencial en la que habitualmente el voto es más pensado y responsable que el de una elección legislativa.
Las especulaciones se vuelven infinitas si se incorporan las múltiples variables que pueden entrar en juego. Pero esta nota debe tener un fin. Hay siete meses por delante para atisbar posibles escenarios electorales para 2023. Por lo pronto, el desdoblamiento para ser el mejor negocio para los frentes mayoritarios.
Fuente: Página Política