Escenas de dolor caracterizaron hace 20 años en el velatorio y el entierro de los restos de los nueve jóvenes muertos el 18 de julio de 1998 en un accidente vial ocurrido en Villa Elisa.
Todo fue aflicción en las calles silenciosas de dicha ciudad, en una mañana transcurrida bajo una persistente garúa que hacía más doloroso el llanto de las madres, de los hermanos, de los amigos.
Cinco carros fúnebres con otros tantos féretros en su interior transitaron lentamente las doce cuadras entre el polideportivo municipal, donde los cuerpos eran velados desde anteanoche, hasta el cementerio. Los acompañó un pueblo entero, mudo y azorado a la vez.Los coches negros volvieron enseguida para cargar cuatro cajones más. El triste ritual del sepelio parecía interminable.
Con setenta años de experiencia, el sacerdote Juan Esteban Rougier llevó el consuelo religioso a los familiares; pero no pudo ocultar su emoción: despedían a nueve chicos justo en el Día del Amigo.
Los vecinos de Villa Elisa, una población agrícola dedicada principalmente a la actividad arrocera, todavía no sale del estupor por la insólita fatalidad del accidente en el que fallecieron Roxana y Rodolfo Rolón, José y Cirilo Rivero, Marisol Vargas, Patricia Korenchuk, Miguel Rodríguez, Adolfo Francou y Eduardo Ruiz, de entre 14 y 22 años.
Las tres chicas y los seis muchachos inhumados en la mañana de ayer quedaron atrapados bajo la caja de la camioneta en que viajaban junto con otros ocho compañeros, cuando el vehículo volcó en una alcantarilla y quedó sumergido en un pequeño pantano, a sólo tres kilómetros de la ciudad donde residían.
Regresaban de Colonia Hocker, un caserío de 86 habitantes cercano a Villa Elisa, donde habían participado en una "bailanta".
Como es habitual en la zona rural, los jóvenes vuelven de los bailes en los vehículos que les dan cabida. En este caso, subieron en la caja trasera de la pick-up Dodge conducida por Flavio Magallanes, que generosamente ofreció transportarlos.
Jorge Izaguirre, uno de los sobrevivientes, habría comentado que al abordar la camioneta le pidió al chofer que parara en su domicilio, antes del ingreso a la localidad.
Acciones legales
El dato sería relevante porque algunos presumen que el chofer pudo intentar bajar a la banquina en medio de la neblina, frente a la casa de Izaguirre, cuando se encontró imprevistamente con la alcantarilla y maniobró sin fortuna para terminar con el vehículo volcado en medio de la pequeña laguna.
Otros piensan que, simplemente, la pick-up mordió la banquina y Magallanes perdió el control del vehículo. Sin embargo, entre los consultados no hubo reproches al conductor: ya había recorrido sin inconvenientes 10 kilómetros del sinuoso camino.
Fuentes fidedignas, en tanto, aseguraron que dos abogados se interesaron por tomar contacto con los parientes de las víctimas y algunos vecinos apuntaron que se realizarían presentaciones judiciales por la ausencia de señales en la carretera.
La calzada mide seis metros en ese lugar y se estrecha a cinco en la alcantarilla. Por ese motivo, precisamente, un grupo de vecinos había reclamado hace un mes en la intendencia que se gestionara la señalización. La respuesta no llegó a tiempo.
El juez de instrucción de Colón Ricardo Fuertes, a cargo de la causa, explicó ayer que no pedirá la autopsia de los nueve infortunados si no existe un requerimiento expreso de sus familiares y nadie pidió el trámite.
Esta tragedia actualiza el caso del popular cantor de tangos Francisco Fiorentino, fallecido en Mendoza el 11 de septiembre de 1955. El artista había actuado la noche anterior -un sábado- en la localidad de Tres Arboles, a 60 kilómetros de la capital provincial, a la que retornaba en un sMercury conducido por el empresario que lo había contratado.
A las 2 del domingo, el automóvil cayó en una acequia con 60 centímetros de agua. Fiorentino, que viajaba en el asiento trasero, salió despedido y quedó desvanecido. Murió a las 3.40, asfixiado, en un hospital.
Se salvó por un milagro
En medio del drama que vivió Villa Elisa hubo un hecho que no tomó estado público hasta ayer: el extravío de un hermano mellizo de Marisol Vargas, una de las víctimas fatales, que también viajaba en la pick-up.
Los familiares lo buscaron luego del accidente, y personal especializado continuó explorando el pantano, presumiendo que la supuesta víctima podía estar enterrada.
Pero a las 11 fue encontrado sano y salvo a la vera del camino. Había resultado despedido de la camioneta. Estuvo perdido durante cuatro horas, caminando sin rumbo en los campos aledaños, sin conciencia del accidente que había protagonizado.
Los otros sobrevivientes fueron Flavio Miguel Magallanes, de 25 años, que manejaba la camioneta; Daniel Antonín, de 28; Darío Vergara, de 17; Gustavo Casse, de 18; José Luis Panelo, de 21; Gustavo Brem, de 33; Jorge Izaguirre, de 32, y Mario Vargas, de 14.