Tiene 87 años recién cumplidos y es parte de la historia viva de San José. Fue uno de
los principales constructores de casas y edificios que aún se mantienen en la ciudad.
Recorrió el país con su trabajo.
San José- Con flamantes 87 años y muchísimas batallas a cuesta, es uno de esos
personajes que tienen mil historias para contar, de aquí, de allá y de más allá.
Ineldo Mayoraz, un tipo grandote, de melena cana y bigotón, con su mate o con un
vinito, puede pasar horas y horas relatando sus aventuras por diversos rincones del
país, y por supuesto, sus vivencias de San José, el pueblo que lo vio nacer y que algún
día lo verá morir. Dícese “peronista a muerte, de Boca Juniors y católico”, con sangre
italiana, franco-suiza y alemana, su madre de apellido Masset lo parió al borde de la
Calle Ancha, ese antiquísimo camino por el cual pasaban las tropillas y el ganado
rumbo al sur.
Su padre explotaba la Granja San Antonio y él desde chico se prendía en las
actividades del campo. Pero su afán independentista lo llevó en su primera
adolescencia a salir a trabajar fuera del hogar.
El constructor
Así fue acopiador de huevos, hizo changas en una arrocera, repartió pan y facturas
por las colonias, fue ayudante de verdulero, vendió revistas y diarios, pero desde
siempre le “picó” la construcción. Su debut con la cuchara y el fratacho fue a los 16
años, cuando en el pueblo de Liebig construían la red cloacal y luego en tareas de
mantenimiento de la enorme fábrica de origen británico, a orillas del río Uruguay. Un
poco después supo ser chofer de “El Caimán” y de “La Calabaza”, especies de
colectivos que acarreaban a los obreros.
Con los años, se fue independizando y pasó a tomar obras por su cuenta,
especialmente en la entonces Villa San José y con sus ahorros pudo comprar un lote
en la calle Moreno, donde construyó su casa, en la que hoy vive.
Por su cuenta, o a través de sociedades, Ineldo realizó muchísimos trabajos de
construcción, en lugares que aún son emblemáticos en San José.
Por ejemplo, en la previa al Centenario de la Colonia, fue artífice de la reconstrucción
de la Pirámide de la Plaza Urquiza. También construyó la casa del Dr. Bózzoli, en la
esquina de Centenario y 25 de Mayo, que luego en los años ´70 se transformó en la
sede municipal, y remodeló la sala del Cine Urquiza.
Otro sitio clave para los sanjosesinos, la Plazoleta de la Madre (ex cementerio, ex
corralón municipal), lo tuvo como constructor, y a la vuelta de este paseo hizo el
primer cordón cuneta que tuvo el pueblo. Enseguida levantó el actual corralón
municipal, detrás del Cementerio.
Siempre acompañado por varios albañiles a su cargo, el Dr. Augusto Vanerio,
intendente por los años ´60, le encomendó la construcción de las primeras 27 casillas
en un predio semivirgen, que se transformaría en el Balneario Municipal de San José.
¿Qué más?... El Matadero municipal, el coqueto Salón Dubois, la capilla del
Cementerio y cientos de nichos, la Capilla de El Brillante, la Terminal de Perroni, el
Hotel Las Colonias, decenas de casas que hoy aún lucen en el centro de la ciudad.
Además fue el propulsor de plantar los primeros fresnos, traídos de Jardín América
(Misiones).
También tuvo activa participación en la vida del Club Social y Deportivo San José,
como dirigente, hincha y hasta técnico. Recuerda especialmente cuando levantaron
las torres de iluminación e inauguraron el sistema lumínico con un partido ante el
equipo de las “Estrellas de Boca”.
También tuvo innumerables obras en Villa Elisa y sus colonias, construyendo cascos
de estancias, chalets, piletas de natación, entre otros.
Recorriendo el país
Con ansias de superarse, y alentado por amigos, estudió en el Centro de Estudios de
Alta Capacitación para América Latina. Tras unos cuantos viajes mensuales a Buenos
Aires se recibió como Técnico Constructor Nacional, lo que le abriría otros caminos
profesionales.
Precisamente, el destino lo llevaría por diferentes lugares, bastante alejados de su
San José. El sur fue uno de sus hogares temporarios, con trabajos en la represa de
Alicura, en el embalse El Chocón y en Piedra del Aguila (en Neuquén), en el puerto de
Ushuaia (Tierra del Fuego) y en Puerto Mont (Chile), o en la Capital Federal, donde
levantó la estructura de un gran edificio en Gaona y Juan B. Justo.
Pero tal vez lo más jugoso de la historia de Ineldo Mayoraz sean todos los años
vividos en la provincia de Corrientes, donde fue contratista y supo manejar grupos de
hasta 250 obreros en la construcción de la enorme represa hidroeléctrica de Yaciretá,
y también su trabajo como capataz general en la municipalidad de Itatí, localidad
célebre por la Virgen adorada por todos los correntinos. Pero esa historia sería digna
de un libro, y no de una modesta nota periodística.
Autor: Pablo Retamoza
Fuente: El Observador Regional